El monóxido de dihidrógeno (abreviado MODH y mejor conocido con la sigla DHMO en inglés) es el responsable directa e indirectamente de la muerte de millares de personas cada año. Es una sustancia que se encuentra actualmente repartida masivamente por todo el planeta. Todos los seres vivos, incluidos los humanos, estamos expuestos diariamente al DHMO en sus diferentes formas. Algunas exposiciones y contactos con esta sustancia pueden provocar efectos adversos para la salud de las personas, incluso la muerte.

La mayoría de las muertes se producen por ingestión accidental del monóxido de dihidrógeno (sobredosis). También la ingestión continuada de esta sustancia, en determinados preparados, puede provocar cáncer de esófago y de otras vías del aparato digestivo y respiratorio. Pero el peligro de esta sustancia no acaba aquí. La exposición prolongada a la forma sólida de esta sustancia puede producir graves daños en los tejidos humanos, como quemaduras y necrosis agudas.

Los síntomas de la ingestión del DHMO incluyen una excesiva sudoración y gran cantidad de orina y en ocasiones náuseas, vómitos y desequilibrios de los electrolitos corporales. Aquellos pacientes que se muestran dependientes del monóxido de dihidrógeno, dejar de tomarlo, significa sin excepción, la muerte. Por otro lado, esta sustancia contribuye de manera clave a la desertización y la erosión del suelo. La contaminación está alcanzando proporciones catastróficas en muchos lugares del planeta.

Entre otras características del monóxido de dihidrógeno pueden citarse las siguientes:
- También es conocido como ácido hidroxílico y es el mayor componente de la lluvia ácida.
- Contribuye al efecto invernadero.
- Puede causar quemaduras graves.
- Contribuye a la erosión del paisaje.
- Acelera los procesos de corrosión y oxidación de muchos metales.
- Puede causar fallos en sistemas eléctricos y es el causante de la pérdida de eficacia de los frenos en los vehículos.
- Se ha detectado monóxido de dihidrógeno en todos los ríos, lagos, acuíferos y reservas hídricas de Estados Unidos y de Europa. Pero la contaminación tiene características globales y también se ha hallado este contaminante en el hielo de la Antártida y del Ártico.

Se sabe que los seres vivos, incluidos los humanos, tenemos una gran cantidad de DHMO en nuestros organismos. Se ha encontrado en la mayoría de tumores malignos extirpados a pacientes terminales de cáncer.

El monóxido de dihidrógeno se emplea en muchos usos industriales y domésticos, incluido en la composición de alimentos y bebidas.

Por el alto grado de dependencia de la economía y de la sociedad de este elemento, en caso de su restricción o carencia, el monóxido de dihidrógeno causa pérdidas millonarias e importantes crisis económicas y sociales en muchas partes del mundo. La distribución del monóxido de dihidrógeno supone gran cantidad de conflictos en todo el mundo, incluidas guerras, mafias y grandes movimientos migratorios con multitud de refugiados.

A pesar de las propiedades descritas el monóxido de dihidrógeno se sigue utilizando habitualmente como disolvente industrial y como líquido refrigerante en muchas industrias, así como en la producción de fármacos y productos sanitarios, pero especialmente como fertilizante en agricultura para todo tipo de cultivos.

Muchas fábricas vierten impunemente el monóxido de dihidrógeno a los ríos y mares. No se puede actuar contra estas empresas, porque su vertido es legal. El impacto que está teniendo este agente es enorme.

La armada y otras organizaciones militares están realizando experimentos con monóxido de dihidrógeno. Cientos de investigaciones de carácter militar están recibiendo continuamente toneladas de DHMO a través de una sofisticada red de distribución y almacenaje.

La ONU ha rechazado prohibir la producción, distribución o el uso de este producto, debido, según su portavoz, “a la importancia económica para nuestras sociedades”. La campaña contra la emisión de CO2 a la atmósfera no debe suspender nuestra atención acerca del uso y abuso de monóxido de dihidrógeno (MODH), cuya aspiración accidental mata cada año a miles de personas sin que los gobiernos, especialmente el de los EEUU, hagan nada por evitarlo.

En su forma gaseosa produce quemaduras severas, aparte de contribuir a una fuerte erosión de los paisajes naturales y a la corrosión de muchos metales, siendo el principal componente de la lluvia ácida. Grandes cantidades de MODH se han encontrado en arroyos, lagos y otras reservas hídricas, incluso en los hielos de la Antártica. Los industriales, insensibles al problema, arrojan sin recato sus residuos de MODH a los ríos y los lagos y nada puede hacerse para evitarlo porque esta práctica sigue siendo legal. Una peligrosa sustancia de la que no se está advirtiendo mucho en la sociedad.