[Fanfic] La chica de la leyenda. (Las crónicas de Narnia) |
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Los hermanos Pevensie vuelven a Narnia contra todo pronóstico. Tan sólo tenían una oportunidad para regresar, la cual consiguieron aprovechar. Terrwyn Whitemark, la chica ignorada del colegio, descubre que en sus manos descansa el futuro del país. La chica de la leyenda ha regresado a su hogar, tal y como Aslan dijo. Junto a los reyes, emprenderá una aventura para evitar que la guerra tenga lugar. Narnia, la tierra donde todo puede suceder. Antes de dar comienzo a esta historia, quiero aclarar que ESTE FANFIC NO ME PERTENECE Fue creado por vickyspark, una usuaria de wattpad. Cosas importantes que también deben saber. ''Si ven que escribo de esta forma, con cursiva y con '', es lo que la autora ha opinado acerca de su capítulo.'' Si escribo con subrayado, son cosas que diré, pero no creo que diga mucho sino hasta el final. Esta fanficción está basada en las películas de "Las Crónicas de Narnia", en un periodo entre "El príncipe Caspian" y "La travesía del Viajero del Alba". No me pertenecen ninguno de los personajes que aparecen en las novelas o películas de los libros de C.S. Lewis. Solo tengo jurisdicción sobre los personajes inventados por mí (tales como Terrwyn o Durslan) y la historia en sí. Esta obra está dedicada a todos aquellos que soñaron con ese lugar tan mágico llamado Narnia. Aquellos que abrían un armario pensando que encontrarían pinos, nieve y un león. "Las dificultades preparan a personas comunes para destinos extraordinarios" – C. S. Lewis Si no eres muy de leer, creo que esto no es para ti, porque los capítulos son bastante largos, no será cuestión de horas terminarse esto, no señor, a mi me llevó 3 o 4 días, pero yo soy una loca por los libros, no sé si a ti te llevará lo mismo. Ah, y otra cosa, No daré ningún tipo de spoiler ni nada, ya que yo sí lo he leído, simplemente no quiero arruinarles nada ya que este fanfic me encantó, me hace sentir como si estuviera en un bosque, caminando con faunos o centauros. (En palabras más simples, me siento dentro de la historia) |
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Pregunta importante. ¿Quieren que suba los capítulos de a poco, o todos de una? Ustedes deciden hasta el 23 de junio, si no veo ninguna opinion, los subiré de a poco. [Los capítulos ya estan todos subidos por la autora, digo si los subo aquí] Dernière modification le 1498060140000 |
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Interesante Mily, no leo mucho libros hace mucho tiempo pero espero poder leer este, subilo de a poco, no hay afán ^^ |
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No pude aguantarme, les dejo el primer cap para que vean mas o menos de que va esto :P Capítulo uno. El último regalo ''Así es, esta es la historia por la que no he estado tan atenta a mis otras creaciones, lo siento mucho. Pero tengo muchas esperanzas puestas en esta fanfic, ya que es la que más me ha costado escribir, a la que más tiempo he dedicado y ¡la más larga! Espero que la disfrutéis tanto como yo lo he hecho escribiéndola. Recordad comentad vuestras opiniones. Quería agradecer al blog "Qué fue del distrito dos" porque la chica que lo lleva (una chica genial, queda dicho) se ha convertido casi en mi editora personal. Bueno, sin más dilación, os dejo sumergiros en la historia no contada de Las Crónicas de Narnia'' Dernière modification le 1498074960000 |
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Capitulo dos. Canción de Cuna Les dejo esta canción, luego entenderán por que que las dejo. ''Antes de que leáis el segundo capítulo quería agradecer rápidamente a todos por leerlo y hacer que las visitas suban tan repentinamente. Así que ¡GRACIAS! Y vale, ya me callo y dejo de molestar. PD: Recomiendo leer el final del capítulo con la canción "The call" de Regina Spektor.'' ------------------------------- "I have come home at last! This is my real country! I belong here. This is the land I have been looking for all my life, though I never knew it till now... Come further up, come further in!" Al despertarme pensé que todo aquello había sido un sueño. Me encontraba en una habitación con tres camas más. Las paredes eran de piedra y hacía frío. Casi no había muebles, aparte de las camas y dos armarios. Pasé las manos por la cama y reparé en que las sábanas eran muy bastas y viejas. Busqué a tientas en el bolsillo de mi falda para encontrar mi marca páginas, pero no había ningún bolsillo en el que buscar. Miré hacia abajo y vi que no llevaba puesto el uniforme del Saintsbourgh. Me levanté de la cama de un salto y con el corazón latiendo a una velocidad más rápida que la normal. En el suelo había muchas alfombras que hacían cómodo el contacto con mis pies descalzos. Analicé mejor la ropa que llevaba puesta. Un vestido morado y marrón, con aire medieval, me llegaba hasta los tobillos. En general yo no solía prestar atención a los vestidos o faldas que me ponía, pero aquella tela era digna de ser vista. Pensé que sería incómodo caminar con él, pero resultó agradable ya que era muy ligero y no se ceñía en ninguna parte. Busqué algún tipo de compartimento en la sala donde pudiera estar mi marca páginas. Al no encontrarlo me asusté, era el último recuerdo que me quedaba de mi madre. Deshice la cama entera y tanteé pero tampoco estaba allí. Me disponía a abrir la puerta para salir cuando ésta se abrió. Apareció Peter, vestido con unos pantalones azules y una camisa blanca, también medieval. Parecía mucho más alegre que cuando estábamos en el Saintsbourgh. -Buenas tardes-me dijo al entrar. Me aparté de la puerta y me senté en la cama, bajando la mirada. No podía tratarle igual, sabiendo que era un rey. Él me miró sin comprender mi actitud. -¿Te ocurre algo?-dijo mientras se sentaba en la cama más cercana, en frente de mí. -Esto... No, su majestad. Tan solo me encuentro desorientada. Y no encuentro mi insignia. -No me llames así, somos amigos ¿No? Nunca habría pensado en considerarme amiga de Peter Pevensie, aunque después de haber pasado por todo esto, podría decirse que ya era más cercana a él de lo que sería cualquier chica en el colegio. -Supongo... supongo que sí- titubeé. Peter sacó algo del bolsillo de sus pantalones. Algo envuelto en tela. Me lo tendió y lo desenvolví. Era mi marca páginas. Una gran alegría recorrió todo mi cuerpo, los calores que me habían subido al rostro desaparecieron y el nudo en el estómago se deshizo. No podía permitirme perder aquel precioso regalo. -Gracias, Peter. -No hay de qué, es tuyo. ¿Cómo te encuentras? -Bien. Tan solo esperaba que todo esto fuera solo un sueño. -¿Por qué? –parecía ofendido. -Esto no es para mí. No sabré hacer nada de lo que dice esa leyenda. No soy como os esperáis-dije agobiada y harta de defraudar a la gente que confiaba en mí. Peter sonrió y me miró a los ojos, travieso. -¿Y cómo crees que te esperamos? Tardé un instante en responder, pero cuando lo hice, contesté con decisión. -Pues valiente. Guerrera, inteligente y... poderosa. -Mira Terrwyn. Te contaré algo: cuando nosotros llegamos aquí tampoco pensábamos ser los reyes de este lugar. Solo éramos unos críos asustados que no sabían dónde estaban. Tardamos un tiempo en darnos de cuenta de que los narnianos nos necesitaban. Pero cuando lo hicimos todo cobró sentido- parecía estarse librando de una gran carga al contarme todo aquello-, y lo mismo ocurrirá contigo. Te lo prometo. Supongo que debía ser difícil aparentar que todo iba bien siendo el rey de Narnia y teniendo que cuidar de tu pueblo. -¿Seguro?-no pensaba que aquello se fuera a repetir conmigo. -Seguro. Después Peter se levantó de la cama y sacó unos zapatos del armario. Eran de un color marrón oscuro. Los tiró en el suelo cerca de mí y me los calcé. Eran cómodos, amortiguaban mis pasos y se podía correr con ellos. -Será mejor que conozcas un poco este lugar y a su gente. Peter abrió la puerta y me dejó salir primero haciendo un gesto teatral con su mano. -No es lo que más deseo si te digo la verdad-susurré nerviosa. Bajamos una escalera de caracol hecha de piedra y salimos del castillo hasta un gran patio con suelo adoquinado. Había mucha gente por allí. Algunos muchachos hablaban con los centauros en los establos; dos faunos tocaban sus flautas cerca del pozo, que se encontraba justo en el centro del patio; tres chicas cargaban con cubos hasta el castillo, mientras dos hombres y un minotauro llevaban cajas con comida. Corriendo cerca de las escaleras había un tigre y un chiquillo que no tendría más de cuatro años. Ahogué un grito, pero el tigre solo intentaba que el niño no se cayera mientras bajaba. Peter y yo avanzábamos por el patio. Cerca del puente vi a Susan y a Lucy, las cuales llevaban vestidos parecidos al mío. El de Susan era verde y marrón; el de Lucy rosa y rojo, y debo decir que les sentaban muy bien. Reparé en que ambas llevaban armas: Susan portaba un carcaj de marfil blanco con flechas rojas a la espalda y un arco en la mano, Lucy llevaba un cinturón en el que había una pequeña botella de cristal con un líquido rojo y una daga blanca y con empuñadura de cuero marrón. Estaban conversando y riéndose. Nos vieron caminando a Peter y a mí hacia ellas y se acercaron. -Buenas tardes Terrwyn- me dijo contenta, Lucy.- ¿Te gusta el castillo? Peter contestó por mí: -Por ahora solo ha visto una de las habitaciones para enfermos y el patio así que no creo que lo conozca mucho, Lucy-dijo riendo. -También ha visto la sala del trono, no te olvides-apuntó Susan. Antes de que pudiera decir nada alguien me empujó por la espalda y tropecé, cayendo en los brazos de Peter. Me cogió sonriendo mientras miraba qué ocurría. Como estábamos cerca del puente me subí a una plataforma desde la que se levantaba la reja del castillo gracias a una gran manivela, la cual requeriría una fuerza que yo no tenía. Desde allí podía ver a varios hombres, no todos humanos, entre ellos el que me había empujado, formando un amplio círculo. En el medio estaban Caspian y Edmund, luchando con espadas. Ambos llevaban armaduras plateadas y cotas de malla. Ninguno de ellos llevaba casco. -¿Pero qué hacen?- pregunté asustada a Peter. -Solo practican-contestó subiendo conmigo a la plataforma. Reparé en sus rostros. No estaban enfadados, es más, reían y se hacían comentarios graciosos el uno al otro mientras paraban estocadas, mandobles y fintas. El círculo ovalado de personas se movía mientras ellos daban pasos, girando alrededor del patio. -¿No es muy peligroso? -Estás en Narnia, todo es peligroso-contestó Lucy riendo. Miré a Edmund. Era muy diestro con la espada. Contestaba a todos los movimientos de Caspian, golpeando de vez en cuando la armadura de su contrario. -¿A eso lo llamas luchar?-le espetó Caspian- Pareces desentrenado. -Llevo más de seis meses allí, déjame disfrutar-contestó Edmund. Siguieron luchando varios minutos más hasta que las espadas de ambos acabaron muy cercanas a sus cuellos, bloqueándose el uno al otro. Todo el mundo gritó y aplaudió, considerándolo un empate. Ellos separaron sus armas y se dieron un abrazo. Pronto todo el mundo volvió a sus quehaceres. Peter saltó de la plataforma, cosa que hizo que Susan pegara un gritito. Edmund y Caspian se acercaron a los demás Pevensie, y a mí. Yo bajé de la plataforma por los escalones de piedra. Tan solo eran cinco o seis, pero tenía miedo de saltar, después me acerqué a Peter. -¿Lo habéis visto? Vuestro hermano está muy desentrenado, más le vale ponerse en forma-dijo Caspian mientras daba una palmada en la espalda de Edmund. -No es verdad. Ha sido un empate. Tengo un talento innato-dijo Edmund riendo. -¿Y esto es habitual?-le susurré a Peter, pero Caspian debió oírme. -¡Pues claro! Aunque no disfrutaba de un combate tan igualado desde la última vez que vinisteis. Caspian se acercó a Susan y le dio la mano. Edmund fijó la vista en las manos entrelazadas de la pareja, después nuestras miradas se cruzaron un instante, para que después los oscuros ojos de Edmund volvieran a su letal espada. -¿Quieres seguir viendo el castillo?- me preguntó Peter.Asentí tímidamente, aquella reunión familiar me estaba comenzando a parecer incómoda. -Perfecto, yo te... -¡Yo lo haré!-dijo Lucy, interrumpiendo a Peter.- Así podremos conocernos mejor. Asentí de nuevo. Lucy me cogió de la mano y me arrastró por el patio. Dirigí una última mirada a Peter que me miraba sonriendo y con un pulgar hacia arriba. Edmund también me estaba mirando, pero de una forma enigmática y serena. -¿Por dónde quieres empezar? -No conozco nada así que elige tú-dije amablemente.Nunca se me había dado bien hacer nuevos amigos, aunque con Peter había resultado sorprendentemente fácil. -Sé el sitio perfecto. ¡La cocina! La seguí mientras Lucy se dirigía a la puerta de madera por la que antes habían entrado los hombres con las cajas. Atravesamos la puerta y entramos en una gran habitación con varias mesas largas. Encima de ellas había cajas con fruta y verdura. Había varios armarios que supongo, contendrían más alimentos. Varias mujeres se afanaban en preparar un gran pastel de fresa y nata, mientras dos hombres pelaban patatas y zanahorias. Lucy anduvo hasta el pastel y pasó un dedo por la nata. Se lo metió en la boca y continuó andando. Mientras tanto todas las personas se inclinaban cuando ella pasaba. Después, al levantarse de la reverencia me miraban a mí, intrigadas. Susurraban cosas que yo no llegaba a oír. Me acerqué a Lucy y le pregunté: -Lucy, ¿Cuánta gente conoce esa leyenda? -Pues todo el mundo, por supuesto. -¡Ah, genial!- dije irónica. Salimos de la cocina por otra puerta que llevaba al interior del castillo. Recorrimos salas y pasillos con cuadros y tapices en las altas paredes de piedra. -Entonces aquí ¿Todos los animales hablan? -No todos, pero sí la mayoría. ¿Puedo hacerte una pregunta? -Por supuesto. -¿Nada de esto te resulta familiar? Es decir, eres parte de la historia de Narnia, eso es algo que no se olvida. -Bueno, en realidad todo me parece familiar y a la vez nada. Es como si lo hubiera soñado, pero en un sueño muy lejano. No recuerdas los detalles pero sabes que te suena de algo. ¿Te pasó a ti? -Sí. Les hice esta misma pregunta a mis hermanos pero para ellos nada de esto les resultó familiar nunca, hasta que estábamos ya aquí. -¿Eso quiere decir algo? -Intento decirte que vas a ser muy importante. ¿Sabes qué? Yo fui la que encontró Narnia hace tres años. Mis hermanos no me creyeron hasta que vinieron. Es más, Edmund vino una vez y cuando se lo fui a decir a Susan y a Peter, lo negó. Tuvimos bastantes problemas con él la primera vez que estuvimos en Narnia. -¿Qué ocurrió?- pregunté curiosa.Lucy se puso un poco nerviosa. -Eso te lo tiene que contar Caspian. Solo te diré que pasó algo con la Bruja Blanca. -¿La Bruja Blanca? Eso lo mencionó el rey Caspian en la leyenda. -Terrwyn, no te lo puedo decir. Esta noche te lo contarán todo. Seguimos caminando en silencio mientras Lucy me enseñaba habitaciones, pasadizos secretos y pasillos. Bajamos unas escaleras de piedra que llevaban a un amplio pasillo frio. -Aquí están nuestros dormitorios. ¿Quieres verlos? -Claro. ¿Dónde dormiré yo? -Hay una habitación libre entre la mía y la de Edmund. Ahora te la enseño. Primero entramos en la habitación de Lucy. Solo llevábamos aquí unas horas, pero su habitación ya estaba llena de cosas. Era una sala muy grande. En la pared de enfrente había un gran ventanal desde la que entraba mucha luz. En la pared de la izquierda había un tapiz grande en el que había un gran león y una niña pequeña con una corona de flores metálicas encima de sus mechones rizados de pelo castaño. -¿Eres tú, verdad? -Sí, ese es Aslan. -Aslan...-repetí, casi saboreando el nombre. Un nombre que me hacía recordar buenos momentos con mi madre en el parque, al comenzar la primavera -¿Quién es exactamente? -Aslan es el creador de Narnia, hijo del Emperador Más Allá de los Mares. Es nuestro protector, pero rara vez aparece. Es un león parlante, es muy bueno-dijo Lucy con los ojos brillantes. Podía percibir la admiración con la que hablaba de él. Una semana antes, incluso unas horas antes, me habría resultado sorprendente que adoraran a un león casi como si fuera un dios. Pero aquello era Narnia, y todo era diferente. Seguí recorriendo la habitación mientras Lucy me observaba divertida. A la derecha había una cama con dosel. Las sábanas eran blancas, al igual que el dosel. Bajo el tapiz que había visto había un escritorio con muchos pergaminos en blanco, listos para ser rellenados con tinta. Había también un tintero y una pluma. También había pergaminos con dibujos extendidos por toda la mesa. Junto a la cama había un armario y en el suelo había una alfombra con motivos florales. -Es una habitación preciosa, Lucy. -Gracias- se acercó a la mesa y cogió uno de los pergaminos con dibujos. - Mira, este es un mapa de Narnia, aunque bastante reducido. Quédatelo. -De acuerdo-cogí la pluma y se la tendí a Lucy. -¿Podrías marcar dónde estamos? Ella cogió la pluma, la mojó en el tintero y dibujó una pequeña cruz. -¿Ves este cabo de aquí, cercano a la playa?-dijo mientras lo señalaba con el dedo.Yo asentí.-Era Cair Paravel. Fue el castillo donde vivimos, hace ya más de mil años. Ahora son solo ruinas. Cogí la pluma y apunté el nombre del lugar en el cabo que Lucy había señalado. -¡Venga! Vamos a ver la habitación de Edmund-dijo cuando acabé. Salimos de su habitación para recorrer el pasillo que nos llevaría a la habitación de Edmund y entramos. Tampoco fue muy diferente a la de Lucy, aunque las sábanas eran de color azul y no había dosel. El tapiz de la pared izquierda también tenía a Aslan, pero con Edmund luciendo una corona plateada a su lado, en vez de Lucy. El escritorio de Edmund estaba intacto y al lado de la ventana había colocado una espada reluciente. -No son muy diferentes-comenté. -Solo hemos estado aquí unas horas, no nos ha dado tiempo a ponerlas a nuestro gusto. Caminé por la habitación mientras Lucy sacaba ropa del armario de Edmund, para ordenarla de nuevo, pero de otra forma, algo que no comprendí.¿Por qué sacar la ropa para volver a dejarla en el mismo lugar? Abrí uno de los cajones del escritorio y encontré envoltorios de dulces en los que ponía "Delicias turcas". Cerré el cajón y abrí otro. En él solo había una daga y una linterna. Cogí la linterna y pulsé el botón, salió mucha luz de ésta así que la apagué y la guardé en su lugar. No parecía tener nada digno de cotillear. En el último cajón encontré una nota. La desdoblé. Solo tenía unas cuantas líneas escritas con mala caligrafía en las que ponía: "Terrwyn. Zurda, buena puntería, poderosa, insignia de Aslan." Describía lo que sabían de mí según la leyenda, pero al final ponía una palabra que me hizo guardarme la nota en el zapato. "AMENAZA". Lucy acabó de guardar la ropa de Edmund en el armario cuando éste entró en la habitación. -¿Qué estáis haciendo aquí?-preguntó enfadado. -Le enseñaba el castillo a Terrwyn. -¿Tenías que entrar en mi habitación? -Es parte del castillo, además no te ha dado tiempo a ensuciarla. -¿Y si tengo un dragón custodiándola y os devora? Yo abrí los ojos sorprendida, lo que hizo reír a Lucy. -Edmund, tú y yo sabemos que aquí nunca entraría un dragón. Además, creo que jamás te harás amigo de uno como para que te cuide la habitación. Edmund me miró y vio el cajón abierto. Pensé rápidamente en una respuesta mientras cerraba el cajón de una patada. -Buscaba... delicias turcas. Lucy se rio, pero Edmund me miró nervioso. -Vámonos Terrwyn, solo queda una hora para la cena. Edmund,-le miró de arriba abajo- arréglate un poco. Salía junto a Lucy cuando Edmund me agarró del brazo con fuerza. -No vuelvas a entrar en mi habitación, nunca- me susurró con un tono amenazador. Sus ojos oscuros estaban clavados en los míos, mirándome con una mezcla de furia y miedo. Asentí y corrí a la salida. Lucy me esperaba en frente de la puerta que daba a mi nueva habitación. -Bueno, en el armario tienes ropa que te valdrá. Voy a cambiarme, nos vemos en el comedor en una hora. Me guiñó un ojo y se metió en su dormitorio. Agarré el pomo de la puerta y entré en la habitación. Era muy parecida a la de Lucy, salvo que no había ningún tapiz y el dosel era azul cielo. Dejé el marca páginas y la nota de Edmund en uno de los cajones del escritorio y miré el armario en frente de mí. Medía casi dos metros y era de madera pulida. Abrí ambas puertas y me encontré todo tipo de vestidos, los había de todos los colores y tamaños. Pasé la mano por las telas: seda, lamé, tul, satén, terciopelo... Y aquellos eran solo unos pocos. Cada vestido era único. Llevaban brocados, encajes y bordados ingleses. Aunque no me hiciera mucha ilusión ponerme ninguno elegí uno azul y morado que me llegaba por las rodillas. Me lo puse y me miré en el espejo que había en una de las esquinas de la habitación. Se apretaba un poco en la zona de la cintura, pero era cómodo. La tela morada y azul caía hasta las rodillas sin producir ningún tipo de vuelo. Rebusqué por la habitación hasta encontrar un cepillo en un baúl. Recogí mi pelo castaño claro en una coleta alta y me puse unas sandalias abiertas de color negro. Busqué en el baúl debajo de la cama donde había encontrado el cepillo por si hubiera algún libro, pero no había ninguno. En realidad no necesitaba ninguno, ya estaba viviendo mi propia fantasía, por muy aterrada que me tuviera. Salí de la habitación y me choqué con alguien al dirigirme a las escaleras. Levanté la cabeza y vi a Peter a mi lado. -¡Vaya Terrwyn! Estás preciosa. Ese comentario me hizo sonrojar y bajé la cabeza. -Gracias, tú también estás estupendo. Llevaba unos pantalones negros y una camisa blanca. Encima llevaba una chaqueta marrón. Se había peinado su pelo rubio y olía a canela. -¿Vas al comedor? Asentí. -Perfecto, yo también. Cuando íbamos a subir las escaleras una de las puertas de las habitaciones se abrió y salió Edmund. Llevaba unos pantalones de color azul marino y una camisa morada muy oscura, junto con unas botas marrones. Me puse muy colorada, porque íbamos a juego. Él me vio y arqueó las cejas, sorprendido. Me miró con curiosidad y en sus labios pude ver una sonrisa auténtica que, lamentablemente duró solo unos instantes. -¿A que está muy guapa, Ed? Edmund asintió, pero después dijo: -Creo... creo que voy a cambiarme. Luego os veo. *** El comedor era una gran sala de paredes altas de piedra. Las puertas por la que entramos Peter y yo eran altas, de madera pulida con escenas talladas en ellas. En varias de ellas, como ocurrió en la sala del trono, aparecían los Pevensie. Aunque en otras de las escenas se veía a Aslan, el Gran León, luchando contra una mujer alta y delgada que portaba un cetro con un copo de nieve en la punta. Entramos en el comedor. Las paredes más largas tenían tapices y cuadros colgados mientras que en la que teníamos en frente aparecía una gran vidriera de colores vivos. En ella se veía a Aslan y a dos muchachos llevando en un cojín dos anillos pequeños, uno verde y otro amarillo. Les rodeaba un bello paisaje narniano en el que inundaban los pájaros y los árboles danzantes. El techo era una bóveda de piedra por la que se entrecruzaban arcos de mármol. En el centro de la sala había una larguísima mesa de madera barnizada. Muchísimas sillas estaban colocadas a los lados. Encima de la mesa había un mantel de lino blanco con motivos frutales hilados a mano. Varias personas corrían de aquí para allá, colocando platos, cubiertos, copas y centros de mesa. Salían y entraban por dos puertas en los laterales que, supuse, llevaban a la cocina. Otros elegían sitios en la mesa. Alargaban los brazos hacia el centro midiendo hasta dónde llegarían para coger más comida, aunque aún no se había servido nada todavía. Vi faunos, centauros y otras criaturas vistiendo sus mejores galas y sentándose. Tres ratones hablaban con una mujer exigiendo que se les colocaran mejores asientos porque no alcanzaban a servirse. Uno de ellos vio como Peter y yo entrábamos y se dirigió a nosotros. Medía unos 30 centímetros y llevaba una espada en el finto. Vino a cuatro patas hasta nosotros para después sostenerse en las dos traseras. -Su majestad, buenas noches-dijo el roedor, inclinándose con una reverencia hasta tocar con la punta de sus bigotes el suelo. -Buenas noches Reepicheep. ¿Ocurre algo? -Nada, nada en absoluto, su majestad. Tan solo me preguntaba si no ibais a entrar todos los reyes a la vez en el gran comedor.-Por supuesto Reepicheep. Tan solo quería ver si todo estaba en orden para la cena de honor. -¿Cena de honor?- pregunté yo.- ¿En honor a quién? Peter y Reepicheep sonrieron y cruzaron una mirada de complicidad. -A vos, por supuesto-contestó Reepicheep. -¿A mí?-dije sorprendida observando al roedor. -Pues claro mi señora. Por fin los monarcas os han encontrado y eso ¡hay que celebrarlo! Peter rio, entretenido con mi estupor. -Bueno Reepicheep si dices que todo está en orden entonces dile a todos que se sienten a la mesa mientras mis hermanos, Terrwyn y yo esperamos fuera. A continuación Reepicheep se inclinó en señal de despedida y salió corriendo. Peter dio media vuelta y caminó hacia la puerta, y yo no pude hacer otra cosa que seguirle. Cuando salimos del comedor alguien cerró las puertas tras nosotros. Había un sofá cubierto de terciopelo rojo cerca y decidí ir allí a sentarme. Peter me siguió e hizo lo mismo. Casi al instante aparecieron Susan y Caspian, hablando despreocupadamente. -Buenas noches-nos saludó Caspian haciendo un gesto con la cabeza. -Buenas noches- respondió Peter. Yo únicamente bajé la mirada. Aunque Peter me hubiera dicho que éramos amigos, seguía teniendo en cuenta que estaba rodeada de monarcas, sangre real y superior a la mía en todos los sentidos. Peter, Susan y Caspian charlaron unos minutos entre ellos, yo simplemente escuchaba. Al rato aparecieron Lucy y Edmund. Éste último había cambiado sus pantalones azules por unos negros, y su blusa morada por una roja del color de la sangre. Se había lavado el pelo, y aunque ya estaba seco, pequeñas gotas superficiales hacían que brillara más. -Perfecto, ya estamos todos-dijo Caspian. Se dirigió a un ratón que esperaba apoyado en las puertas y le susurró algo. El ratón entró en el comedor y cerró las puertas tras de sí. Después Peter y Caspian se colocaron mirando hacia las puertas. Al lado de Caspian se situó Susan. Al lado de Peter, Lucy. Edmund caminó hasta colocarse cerca de Susan. Parecía enfadado por ser el último. Yo me había levantado pero no sabía dónde debía colocarme para entrar. No podía caminar al lado de los reyes, ni delante; pero ir detrás significaría importancia. Peter vio lo desorientada que me sentía y se acercó a mí. -Terrwyn, procura ir un poco alejada de nosotros. Detrás ¿vale?- asentí. - Después de todo eres la invitada de honor. Me coloqué detrás y vi cómo se abrieron las puertas. -Larga vida a los reyes y reinas de Narnia-exclamó alguien. Entonces los Pevensie y Caspian anduvieron hasta la mesa, recorriendo la estancia hacia la otra punta. Cuando atravesaron las puertas empecé a andar yo. Todo el mundo estaba en la mesa, pero levantados en señal de respeto hacia los reyes. Éstos caminaron hasta el final de la mesa y se colocaron en sus asientos. Mientras tanto yo seguía andando para alcanzar el final de la larguísima mesa, con el peso de todas las miradas sobre mí. Aquello me resultaba extraño e incómodo. Las personas como yo no estamos acostumbradas a llamar la atención. Todos los invitados me miraban asombrados mientras susurraban: -¿Es ella? -No puede ser, ¿en serio? -Entonces es verdad, la han encontrado. -Terrwyn, la poderosa. Yo seguí andando hasta encontrar la última silla libre entre Peter y Lucy. Me coloqué en mi sitio y alguien gritó: -¡Larga vida a Terrwyn, la poderosa! Todos los invitados rompieron en vítores y aplausos mientras yo sonreía. No podía creer que aquello me estuviera pasando a mí. Cuando los aplausos acabaron, nos sentamos a la mesa. Estaba llena de manjares. Desde grandísimas ensaladas, hasta lechón al horno, pasando por pescados y guarniciones de todo tipo. Encabezaba la mesa Peter, yo estaba a su lado, en uno de los laterales. En frente de mí estaba Edmund. Cogí una pequeña empanadilla del plato y empecé a comer. Mientras la gente comía, un pequeño grupo de músicos se dispuso a tocar. Una mujer muy pálida, con el pelo casi blanco empezó a cantar. Era bellísima, no creía haber visto una persona más hermosa en mi vida. Tenía las orejas puntiagudas y llevaba un vestido azul con toques plateados que le caía hasta el suelo. El pequeño grupo de violines empezó a tocar las cuerdas de sus instrumentos y la mujer comenzó a cantar. Solo tuvo que entonar los primeros versos de la canción para que me hiciera parar de comer y centrarme completamente en su voz. "It started out as a feeling Which then grew into a hope Which then turned into a quiet thought Which then turned into a quiet word" Dirigí toda mi atención hacia aquella preciosa voz. Esa era la canción que mi madre me cantaba siempre antes de dormir. Las noches de mi infancia siempre comenzaban con esa melodía. "And then that word grew louder and louder 'til it was a battle cry" Solté el tenedor y miré a la mujer que cantaba. "I'll come back When you call me No need to say goodbye" Ella me miró mientras cantaba. ¿Cómo podía conocer esa canción? Mis emociones estaban a flor de piel. Las agudas notas de la canción parecían agujas clavándose en mi pecho. "Just because everything's changing Doesn't mean it's never Been this way before All you can do is try to know Who your friends are As you head off to the war" Me incorporé de mi asiento y empecé a recorrer la estancia, con las miradas de todos los presentes puestas en mí. "Pick a star on the dark horizon And follow the light. You'll come back When it's over No need to say goodbye" Seguí caminando hacia aquella deliciosa voz. Finalmente llegué hasta situarme a unos metros del grupo de música. "You'll come back When it's over No need to say goodbye" Seguí allí, observando, y sin darme cuenta empecé a cantar. Al principio solo los músicos y la cantante me oían, pero mi voz fue en aumento. "Now we're back to the beginning It's just a feeling and no one knows yet But just because they can't feel it too Doesn't mean that you have to forget. Let your memories grow stronger and stronger 'til they 're before your eyes" Canté con más fuerza. Caspian se levantó de la mesa sin ningún tipo de expresión en su cara. Finalmente la mujer se calló y me dejó acabar la canción. "You'll come back When they call you No need to say goodbye. You'll come back When they call you No need to say goodbye." Dejé de cantar para escuchar las últimas notas de los violines, que hacían el decrescendo final. Miré a mi alrededor y reparé en que todo el mundo me miraba. Habían dejado de comer. Las lágrimas se acumulaban en mis ojos, esperando ser derramadas. Parpadeé varias veces para que desaparecieran pero no pude reprimir que una de ellas se deslizara por mi mejilla. Caspian se dirigió hacia mí. Peter me observaba desde su asiento con las cejas elevadas en señal de sorpresa. -Terrwyn, quiero hablar contigo. ---------------------- ''Fin del segundo capítulo. ¿Y bien? ¿Qué os ha parecido la canción, qué me decís de las miradas furtivas de Edmund? Espero con impaciencia vuestras opiniones. El lunes que viene, llegará el tercer capítulo "Las armas de la muchacha"- Victoria'' Dernière modification le 1498328280000 |